Calma en medio de la tormenta
Al respirar profundo y movernos con suavidad, el cuerpo activa su sistema de descanso.
Los niveles de cortisol —la hormona del estrés— descienden y el ruido mental se disuelve
poco a poco (Streeter et al., 2012).
Es como abrir una ventana en un día cargado: entra el aire fresco de la serenidad.
Un refugio para la mente y el corazón
Numerosos estudios muestran que el yoga reduce la ansiedad y la depresión, aumentando la
sensación de bienestar (Cramer et al., 2013). Es el efecto de escucharnos, tratarnos con
amabilidad y soltar lo que pesa.
Cuando la mente se aquieta, el corazón respira más ligero.
Cuerpo fuerte, energía renovada
Las posturas despiertan músculos dormidos, alivian tensiones y mejoran la postura.
También cuidan del corazón regulando la presión arterial y fortaleciendo el sistema
cardiovascular (Innes et al., 2005).
El cuerpo se vuelve flexible y vital, listo para disfrutar de lo cotidiano.
Dormir como un río tranquilo
La práctica de respiración y relajación favorece un sueño profundo y reparador, incluso
en personas con insomnio (Chen et al., 2019).
Dormir deja de ser una lucha y se convierte en un suave viaje hacia el descanso.
Claridad y concentración
El yoga entrena la atención plena, ayudando a enfocar la mente en lo esencial.
Investigaciones muestran cambios en la conectividad cerebral que favorecen la memoria y
la concentración (Gothe et al., 2019).
La mente se afila como un cielo despejado después de la tormenta.